¿Qué hacer con un familiar mayor?
¿Qué hacer con un familiar mayor? esta es la historia de miles de personas en España. Un relato de amor envuelto en sacrificio y desgaste físico y psicológico. Cuando nuestra protagonista aún no había cumplido los 37 optó por dejar a un lado su lugar de residencia habitual para irse a vivir con su padre, viudo, a quien le habían diagnosticado alzhéimer. Desde entonces, y durante casi ocho años, con la compañía de su hija y la constante ayuda de sus hermanas, se ha ocupado de atender las necesidades vitales de su progenitor, tarea que ha compaginado con su vida personal.
A quienes, como ella, se preguntan ¿Qué hacer con un familiar mayor?, y han tenido que asumir inesperadamente la tarea de asistir a diario a un familiar enfermo-dependiente se les conoce como cuidadores no profesionales o familiares. En España, según los datos aportados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, se estima que hay, como mínimo, 349.999 cuidadores, ya que esta es la cifra correspondiente a las prestaciones económicas concedidas para cuidados en el entorno familiar en marzo de 2016. Es un cálculo a ojo de buen cubero y de pura lógica porque, oficialmente, solo 10.754 personas han solicitado la opción de afiliarse a la Seguridad Social a través del convenio especial para los cuidadores de estos enfermos. Un régimen por el que se cotiza igual que si se desarrollase otro empleo. El 90% de este nuevo colectivo está formado por mujeres y la gran mayoría de ellas está entre los 50 y los 60 años.
El rol que asumen estas personas, más el hecho de tener que armonizarlo con las responsabilidades habituales, constituye, al principio, un escenario abrumador, Hay una sobrecarga en todos los niveles:
- Emocional, por asumir cuidados para los que no están preparados.
- Económica, por la inversión en material ortopédico que deben hacer.
- Afectiva, por el empeoramiento físico y la pérdida de la persona a la que cuidan, a pesar de sus esfuerzos.
- Laboral, porque muchas veces no se pueden compatibilizar los horarios y necesitan pedir una excedencia o dejar sus empleos.
- Y familiar, ya que tienen que mantener las obligaciones de siempre, y con frecuencia se escuchan recriminaciones del tipo ‘claro, estás todo el día atendiendo a tu madre y en tu casa no haces nada.
Según la ‘Guía de atención a las personas cuidadoras’ que publicó el Servicio de Salud del Principado de Asturias, más de la mitad de ellos (casi todos, mujeres) acarrean problemas de salud, quizá porque, como afirma el estudio, ocho de cada 10 personas que cuidan lo hacen todos los días y, como media, dedican casi 11 horas diarias junto con las labores cotidianas de la casa. Es frecuente que acaben sufriendo un cuadro depresivo. Es uno de los síntomas que padecen, aunque el estado suele ser más complejo, se mezclan la irritabilidad, el cansancio, la depresión y la ansiedad.
La 2ª pregunta es: ¿quién cuida de ellas? «Aunque resulte paradójico, el principal reto de un cuidador es saber cuidarse a sí mismo. Es decir, ponerse límites, parar y descansar de forma que no se vea contaminado por el ‘burn-out’ o síndrome del quemado, un tipo de estrés que se origina en profesiones de servicios cuando la persona se entrega demasiado a su tarea y se olvida de sí misma».
Muchas veces, según nos revelan familiares que deciden que les ayudemos profesionalmente con sus familiares mayores, llegan a obsesionarse. «Un fin de semana al mes, mis hermanas, que siempre han estado al pie del cañón en la organización familiar, se encargaban de todo y yo lo cogía libre, pero no desconectaba. Me iba y estaba todo el tiempo pensando: ¿Se habrá tomado la medicina? ¿Estará nervioso? ¿Y se habrán dado cuenta de que necesita tal cosa?. ¿Qué hacer con un familiar mayor?.
Dedicarse tiempo, adquirir la voluntad de compartir responsabilidades y, muy importante, aceptar la ayuda ajena son claves para salir adelante. Otro recurso necesario para aliviar esa fatiga es, como afirman psicólogos y psiquiatras, reconocer que lo que se puede hacer tiene un límite: «No está en nuestras manos cambiar el destino de todas las personas que sufren». La actitud de buena voluntad para cuidar al enfermo en una atmósfera de armonía que no implique rabia ni ansiedad es básica, pero para llegar hasta ahí también lo es reconocer la realidad, tal y como se presenta. .
Cuidar al otro sin extinguirse emocionalmente no implica poseer un corazón de piedra, sino tener clara la regla de oro que se recomienda : «No practicamos la compasión para obtener nada, sino porque la otra persona sufre. Si ayudamos para conseguir algo (en este caso, la curación de un paciente) y no logramos ese objetivo, como sucede con los enfermos terminales o personas dependientes, nos sentiremos frustrados. Pero si lo hacemos solo porque esa persona sufre, por compasión verdadera, jamás nos decepcionaremos».
Hoy, el padre de Mª Angeles (nuestra protagonista) está ingresado en una residencia de la tercera edad. Esta es la misión de Savia Residencias de la Tercera Edad, ayudar a responder a la pregunta que titula esta entrada de blog ¿Qué hacer con un familiar mayor? .
Sus hijas van a verle todos los días. En verano lo sacan al aire libre en una silla de ruedas especial y en invierno lo pasean por los pasillos del centro o lo llevan a la cafetería y al salón, junto con los otros residentes. No habla ni se mueve por sí mismo. Pero en su rostro, como en el de sus hijas, se dibuja una expresión de aceptación y amor.